CABALLO DE TROYA O CAMIÓN DE HELADOS
“Pero considera lo del camión se helados, podría ser una forma interesante de hacer repartos”
Las palabras de la rubia quedaron guardadas en su memoria después de aquella plática llena de sinceridad, alcohol y bromas para intentar bajar la tensión del momento. Avery había mencionado con sarcasmo usar un camión de helados para transportar su mercancía de un lugar a otro y su acompañante le había contestado que sería una forma interesante de transportar la mercancía de un lado a otro, así que la idea se instaló en su mente un largo tiempo, lo suficiente como para llevarlo a cabo.
Luego de mes y medio de planeación, el canadiense tuvo en el garaje de su bodega una camioneta pintada y decorada como si fuera un camión de helados, por dentro se veía exactamente igual, tenía las cajas de empaquetado para los helados y paletas, también tenía los sensores de enfriamiento para mantener los productos fríos, por fuera estaba completamente decorada con colores llamativos, azules, verdes, morados y todo lo necesario para identificarla como un camión de helados. Avery sonrió complacido una vez que la camioneta quedó estacionada, si eso funcionaba juraba que él mismo la usaría para moverse por la ciudad transportando mercancía sin parar.
Ordenó que las cajas de refrigeración fueran llenadas con la mercancía, armas cortas y alguna que otra larga hasta la marca que habían establecido, una vez que lo hicieron subieron las canastas con los productos helados cubriendo sus armas, también subieron algunas cajas de mercancía común; conos de helado, algunos vasos desechables, cucharillas y servilletas como decoración. El canadiense se dio el lujo de comer de los dulces y chocolates que servían como decoración de los helados mientras la camioneta era cargada, quedándose hasta el final con un frasco de chips de chocolate entre las manos y reusándose un poco a entregarlo para colocarlo en el lugar que le correspondía, Avery se sentía como niño en juguetería, reía animado mientras su hermano y madre se preocupaban por la locura que iba a hacer y le recriminaban que aquello hubiera sido un gasto perdido.
No dijo nada más mientras cerraba las puertas del camión y daba un par de palmadas a la caja indicándole al nuevo repartidor que saliera del domicilio y diera sólo una vuelta, no tentaría a la suerte más que lo necesario. Miró su móvil y comenzó el cronómetro y pidió que se prendiera la computadora para rastrear al camión mientras iba en camino al punto de entrega, que no era otro más que la bodega que usaban como punto medio en su distribución. Aquella bodega se encontraba cerca de uno de los espacios marítimos de Hannover y era el lugar perfecto para recibir y envíar mercancía sin ser detectados, debía llegar al lugar sin ser detectado y claro, de ver algún policía, debería hacer uso de las delicias de aquel camión. En realidad Avery no sabría si realmente funcionaría, pero ya se había dado el gusto de gastar su dinero en comprar un camión de helados y echar a andar aquella loca idea que salió en una tarde de alcohol y tensión.
La primera hora pasó, el camión de helados se movía por la ciudad y se detenía cada determinado tiempo fingiendo que trabajaba, vendiendo un par de paletas heladas, Avery estaba detrás del computador observando todo y escuchando las peticiones de ciertos niños o las negativas del conductor que ponía de pretexto que ese o aquel producto se había terminado. Luego daba la indicación de que se moviera de nuevo y el conductor seguía su camino hasta la siguiente bodega. La segunda hora pasó, el camión estaba más cerca del lugar y no parecía haber problema alguno, las calles estaban tranquilas, tampoco había muchos niños fuera como para que el conductor se detuviera, así que podía seguir su camino mientras su familia le gritaba lo mugrosamente afortunado que estaba siendo aquel plan.
La tercera hora llegó y por fin el camión activó aquel sonido característico de los repartidores de helado, la bodega estaba en una de las zonas cerca del mar, el conductor se detuvo cerca de esta y esperó, los hombres que estaban dentro no salían, Avery movió el pie con impaciencia mientras pedía que llamaran al lugar para ver qué estaba pasando, la gente no respondía, de nuevo intentó con la llamada, esta vez al teléfono fijo pero nadie respondió. En aquel momento las cosas dejaron de ser broma o reclamos, la familia Fraser estaba atenta a lo que pasaba, no era normal que su gente no respondiera, tampoco era normal que no salieran, el canadiense había planeado todo de tal forma que no había pretextos ni excusas, todo era como un reloj.
El repartidor se comenzó a inquietar, pedía bajarse o apagar la música de la camioneta pues no era muy común que los camiones de helado llegaran hasta aquel lugar, el canadiense aún insistia pero pronto dio la orden de salir de ahí. El repartidor comenzó a hablar, describiendo a uno de los hombres que salía de la bodega, era alto, corpulento y parecía muy disgustado, él caminaba hasta donde el camión se encontraba parado mientras hacía señas con las manos para que se fuera, el conductor dio señales de nerviosismo pues el hombre volvía rápido a la casa gritando en un idioma desconocido para él. Los Fraser se pusieron alertas a lo que pudieran ver de las cámaras de la camioneta para ver si podían reconocer a alguien dentro mientras el repartidor salía a toda velocidad por donde había llegado, librando las balas que comenzaron a sonar.
Poco después de que el repartidor hubiera llegado se dio la noticia, las bodegas cerca de la zona marítima de Hannover habían explotado y se consumían por las llamas, los noticieros declaraban a dos hombres calcinados dentro de ese lugar y que estaba sospechosamente vacía. Se iría a investigar el título de propiedad de aquel lugar y también las causas del posible acontecimiento, pero para los Fraser era claro, alguien los había traicionado y les habían robado lo que tenían en aquel lugar, el problema era saber ¿quién?
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