Terrores Nocturnos

La ciudad en inquietante calma se mece al compás del reloj, todos dormidos, en calma, llevados por los sueños que rondan la habitación.

Pero en una cama no hay calma, las manos surgen de debajo de ella, asfixian, aprietan, acorralan, jalando a su ocupante al vacío de su existencia. Acorralándola en el tiempo, en los recuerdos, en la nada, haciendo el espacio más pequeño, frío y a ella sin alma.

-Dime ¿qué hacer?

-Dime ¿a dónde correr?

-Contéstame ya o acaba conmigo. Prefiero eso antes que la duda, prefiero eso antes que seguir a oscuras.

La cama da vueltas, las manos no paran, rasgan, lastiman, arañan, raspan. Los recuerdos vuelven clavándose en su piel, hiriendo y sangrando hasta el amanecer.

-Dime ¿qué debo hacer?

-Dime ¿a dónde he de correr?

Vueltas una vez más, los recuerdos comienzan a explotar, las manos siguen tocando sin parar y ella... oh ella tumbada queda ya.

El pecho comprimido, la respiración irregular, rezando por desperar.

La noche acaba ya, las manos ya no están, los recuerdos vuelven a su lugar y al abrir los ojos, contenta por despertar vuelve a rezar, sabiendo que la noche volverá y las manos atacarán.

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