La música de Walchen

Das Leben ist nicht Schwäche verzeihen. 

Aldrik había logrado obtener los siguientes pasos para encontrar la gran corona, eso había llevado al menor a robar una partitura del músico alemán Gottfried Federlein en donde uno de los trabajadores del tercer Reich de apellido Bormann había garabateado pequeñas claves dentro de las notas; dichas claves les darían las coordenadas de lo que sería uno de los tesoros más grandes: al menos 100 lingotes de oro y las “lágrimas de lobo” que tantos historiadores y ladrones estaban buscando.

Una vez que el menor regresó, se reunieron todos en el despacho de Lewis a destapar con cuidado el bote que resguardaba aquella partitura. Se podían apreciar las marcas de tinta de máquina de escribir y también algunos trazos de pluma fuente. Para los hermanos era casi imperceptible, pero para Lewis no, tan rápido como sus piernas le permitieron corrió hasta la antigua tornamesa que tenía ahí y buscó un viejo LP. 

Una vez que encontró lo que buscaba se giró hasta los hermanos y lo señaló trinfal, sus ojos flameaban de emoción y tenía en su rostro esa vieja chispa que hace mucho no le veían; esa mezcla de pasión, locura y deseo de poseer uno de sus mayores tesoros lo estaban controlando.

-Escuchen esto-

Joshua Lewis colocó el acetato en la tornamesa y le dio marcha, cerró los ojos y movió sus manos como si fuera el director de la orquesta. Así dio un par de pasos hasta abrir los ojos y ver a ambos hermanos con cara de preocupación. Lewis no pudo más que echarse a reír eufórico, se acercó a la mesa y tomó la partitura en sus manos, la colocó con cuidado en la mesa y les comenzó a señalar las notas.

-Finura mis hijos- soltó el mayor pasando el índice por la página -la música se construye con ritmos, pero también silencios. Eso que escuchamos es la Impromptu Marsch, joya alemana que ponían en los campos de concentración para amenizar el día y que los comandantes solían escuchar, uno en particular- 

Se giró en su escritorio y sacó un viejo libro de registros, Noah no podía creer de dónde sacaba tantas cosas, pero admiraba cuanto sabía. el viejo colocó el libro al lado de la partitura y comenzó a buscar entre sus páginas a alguien: el secretario del Führer Martín Bormann, les señaló el registro y también la copia de una firma del secretario.

-Delicadeza- volvió a hablar el mayor -hay muchas teorías sobre esta partitura, pero pocos han logrado encontrar algo en ella- se acercó el papel al rostro y comenzó a señalar un par de notas que no estaban como las demás -observen aquí- dijo aquello poniendo de nuevo la partitura en la mesa y haciendo que ambos hermanos se acercaran -¿qué pueden ver?- preguntó ansioso -hay claves, pequeñas llaves- dijo antes de que alguno pudiera contestar.

En efecto, la partitura tenía las notas comunes que formaban la canción, además de ritmos y silencios y en cada silencio había una pequeña figura disfrazada de nota, casi imperceptible para todo el mundo menos para los ojos experimentados de Lewis, quien sonreía como niño pequeño. 

-Bomann estaba en Baviera- comenzó a decir releyendo las anotaciones -estaban contenidos en búnkeres- el mayor se fue perdiendo en sus pensamientos -un piano, necesitamos un piano- de nuevo se perdió en sus pensamientos -se dice que había búnkeres en varias partes de Baviera- Lewis estaba absorto, los Bouchard lo miraban con precaución, antes ya los había mandado a búsquedas suicidas -La clave está aquí...-

La música terminó, Lewis miraba la partitura intentando descifrar aquellas claves y los hermanos repasaban cada uno los conocimientos que tenían, Aldrik en historia y Noah en territorio, creyendo fervientemente en la Impromptu Marsch.Se dice qué quien encuentre la partitura es dueño de un gran tesoro y víctima de una gran locura

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