Ríndete
El reloj anuncia la hora: 3:30 am, los invitados se van, el personal limpia y, después de 40 desesperantes minutos, el club se vacía. O al menos eso pensaba Ethan Coleman que abandonaba el club después de que todos se hubieran ido, pero Jude seguía ahí, escondido y acompañado.
-Ríndete- susurró Jude al oído de aquella dama vestida de negro -Igual perderás la ropa y la cordura-
La mujer de piel blanca se removía luchando contra las esposas que aquel hombre le había colocado, ella lo veía de reojo, ya que el mayor caminaba en círculos devorándola con la mirada. Pronto se acercó a ella y con delicadeza cubrió su boca con su corbata.
-Deja de luchar- el susurro en su espalda hizo que la piel femenina se erizara por completo y que Jude sonriera ampliamente satisfecho -y baja la mirada-
Teniéndola así, Jude levantó su diestra y la estrelló en aquel torneado trasero dejando la primera marca, luego tomó la botella de licor que había apartado para ambos y roció un poco sobre el hombro de la mujer para después lamer aquel líquido de su piel. No perdía ni por un instante el rostro de la fémina, que de pronto cerraba los ojos pero, cuando él paraba, los abría de nuevo y buscaba su mirada.
-Que agaches la cabeza- ordenó Jude dejando otro golpe, pero esta vez en el muslo izquierdo de la mujer que saltó al sentir aquello -ríndete-
Las manos del hombre comenzaron a recorrer el cuerpo de la fémina, primero las yemas de sus dedos rozaron sus brazos, sus muslos y su pecho, justo la piel que tenía descubierta. Después, y a mano abierta, apretó la carne que se le antojaba, cadera, cintura, senos, trasero. Se tomaba su tiempo, disfrutaba el cuerpo ajeno.
De nuevo la botella se hizo presente y una pequeña parte de su contenido fue rociado en el pecho ajeno, que se inflaba y desinflaba con irregularidad, Jude acercó su rostro hasta el lugar donde habían caído las primeras gotas de whisky y lo recorrió con su lengua, chocando de vez en cuando con el corsé que decoraba tal monumento femenino.
Sus manos subieron por los costados hasta llegar a aquel escote y con brusquedad lo bajó exponiendo aquel par de senos y provocando el gemido de la mujer, Jude sonrió. Se tomó su tiempo observando y derramando whisky en ellos, ya que su lengua se encargaría de limpiar cada gota de licor en la piel de la mujer. Pronto, sus manos levantaban sus senos y su boca los devoraba con avidez, paseando su lengua de un lado a otro, recorriéndolos y mordiéndolos como su de un dulce se tratara, la mujer gemía, más no bajaba la cabeza. Su diestra bajó por su costado y un nuevo golpe rompió el silencio del momento, la piel de la mujer enrojecía cada vez más -Ríndete- susurraba ladino Jude, quien jugaba con aquellos senos.
La diestra masculina pasó del trasero al frente de la mujer, recorriendo apenas aquella V marcada por la tela que la cubría, pasando sus dedos, sintiendo aquella humedad. Al instante comenzó a frotar sus dedos contra aquella tela -No es suficiente- le susurró al mismo tiempo que hacía a un lado la tela negra para abrirse paso entre sus pliegues buscando aquella diminuta parte de su cuerpo. Una vez localizado el objeto de sus deseos comenzó a mover su dedo en círculos, notando como la humedad aumentaba y que las piernas le flaqueaban. Su rostro se encajó en aquel delicado cuello comenzando a morderlo con suavidad, recorriéndolo, disfrutándolo.
Cuando la mujer aumentó el volumen de sus gemidos Jude se alejó -Rídete- ordenó el mayor cruzándose de brazos. Ella lo miró, se colocó frente a él y se arrodilló.
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