SINS, Gula
—Trabajarás en el bar, Capheus te indicará qué debes hacer y yo te hablaré cuando requiera tus servicios— dicho aquello se retiró del lugar dejando que el inglés se vistiera y se fuera a curar las heridas.
Desde aquella noche en el bar el mundo se le abrió, Capheus lo había conectado con uno de los hombres más poderosos de la región y este le prometió que no le faltaría nada mientras trabajara para él, así que no lo dudó, Jude dijo que si poco después de escuchar algunos halagos por su forma de pelear y también algunas recompensas por un trabajo bien hecho.
Durante un mes Jude llegaba al bar a medio día, acomodaba el lugar para recibir a los parroquianos y se instalaba en la bodega para acomodar las cajas de licores, los desechables y las cervezas, y si había algún inconveniente causado por los ebrios era él el que se encargaba de sacarlos, por la noche se presentaba ante su jefe y guardaba silencio mientras este daba las instrucciones o hacía algunos anuncios. Ahí también había comenzado con algunos trabajos pequeños golpeando deudores o yendo a amenazar a otros bares o comercios que no querían o habían pagado la protección del grupo, sabía que tenía que ganarse un lugar.
Al finalizar el tercer mes con ese ritmo de trabajo el inglés ya tenía una buena cantidad acumulada que gastó comprado una motocicleta y alquilado un pequeño apartamento para él, solo por golpear y asustar a deudores, Capheus había notado el cambio y siempre le hacía burla sobre lo mal que se veía lleno de moretones sin embargo no dejaba de aconsejar y alentar a Jude para que siguiera trabajando y obedeciendo órdenes.
Esa noche tenía una nueva orden fuera de lo común, ese día no iría al bar, él tendría que presentarse en uno de los hoteles más prestigiosos de Londres, tendría que vestir elegante y llegar presentable, su jefe tendría un evento y se le había dicho que estaría como seguridad. Se tomó el día para ir a comprar un traje negro y cuando estuvo listo llegó al lugar, incluso llegó un par de minutos antes, si iba a ser seguridad más le valía conocer bien el sitio donde estaría su jefe.
Al llegar notó a otros hombres ahí, algunos sí los conocía y a otros no los había visto antes, caminó por el sitio esperando indicaciones y cuando por fin las tuvo se dirigió hacía el salón. Jude no podía disimular lo sorprendido que estaba, el lugar tenía grandes candelabros bañados en oro, tablones con mucha comida, alguna de la cual no conocía ni en fotografías, las bebidas también estaban presentes, postres, tantos como se pudiera imaginar.
—Disimula tarado— la voz conocida lo trajo de nuevo al presente —pareciera que nunca has visto algo así.
Joseph Barnes estaba parado frente a él con una sonrisa en su rostro, al verse ambos se abrazaron con efusividad, se habían dejado de ver por más de dos años y encontrarse de nuevo en aquel lugar era toda una sorpresa.
—¿Qué haces aquí?— preguntó Jude con curiosidad y gusto en la voz —La última vez que te vi ibas en un tren a Costwolds
—Trabajo aquí— mencionó Joe señalando a su jefe —igual que tu, por lo que veo.
Joe era un poco más grande que él, habían crecido juntos en las calles inglesas y se habían salvado de varios problemas uno al otro hasta que a Joe lo detuvieron por robar a mano armada y su madre lo mandó fuera y sin manera de comunicarse con sus amigos. Jude lo puso al corriente en no más de 10 minutos y cuando el contrario iba a empezar se dio la orden para acercarse.
En ese momento el inglés se dio cuenta que aquel lugar estaba lleno de hombres, todos bien vestidos y algunos con prendedores en la solapa de sus trajes, incluso Joe tenía uno dorado con un par de franjas negras, Capheus también estaba ahí con un grupo de hombres mayores y él también tenía un prendedor, solo que Jude no alcanzó a ver si era igual que el de Joe.
—Bienvenidos amigos— su jefe habló desde el estrado del lugar, se veía contento, incluso se veía amable —esta noche venimos a celebrar.
Todos en aquel lugar aplaudieron, a Jude le parecía una exageración, no conocía mucho a su jefe o a la organización a la que había llegado, para él, solo era uno de los hombres más poderosos de Inglaterra, pero no sabía cuánto.
Aquel hombre dio la bienvenida un par de veces más diciendo lo orgulloso que se sentía de ver su empresa crecer y alcanzar grandes metas abriendo nuevos casinos y bares, diciendo que sus productos se estaban colocando bien en el mercado y que las nuevas adquisiciones eran un deleite al paladar. La mayoría de los presentes se rieron con aquella broma y solo unos cuantos como Jude no lo hicieron porque no la entendían, luego hizo una seña y seis hombres, incluido Capheus, pasaron al frente colocándose delante del estrado donde estaba su jefe.
—Es para mi un placer darle la bienvenida a los nuevos…— mientras hablaba pudo sentir la mirada del irlandés sobre su rostro, él estaba serio pero podía verse la emoción, Jude se quedó un momento paralizado hasta que Joe le dio un codazo comentándole que pasara al frente —... quienes han cumplido las órdenes al pie de la letra y que hoy obtienen una nueva recompensa.
Jude caminó imitando a los otros ahí, se colocó frente al irlandés y asintió escuchando las órdenes. Uno a uno los nuevos harían el juramento, ellos formarían parte de aquella familia y trabajarían por ganarse un puesto más alto dentro de la organización. Cuando fue su turno escuchó a su jefe preguntar quién presentaba y respaldaba al inglés y a Capheus responder que él era quien lo respaldaba.
Luego de eso Jude se presentó frente a su jefe, tomó el cuchillo que estaba en la mesa y puso la punta en su mano izquierda, Jude rasgó su piel hasta sangrar y cerró la mano por un instante para contener la sangre, dio un paso al lado como le habían indicado y repitió las palabras que su amigo le decía.
—Yo, Jude, juro que por el arma y el cuchillo viviré y moriré— acercó la mano hasta una vasija y fue su jefe quien apretó la herida sin retirarle la vista de encima, ni siquiera hizo un gesto.
—Esta sangre significa que ahora somos familia— el hombre habló dejando caer las gotas dentro de la vasija, luego se acercó a él y le murmuró al oído —Bienvenido hijo, yo Hassel te felicito.
Dicho esto se alejó de nuevo y le señaló que siguiera avanzando, tomó un pedazo de tela para ponérsela sobre la herida y caminó hasta su lugar. Jude fue consciente hasta ese momento que no sabía cómo se llamaba su jefe, él simplemente había aceptado la propuesta porque alguien que conocía de tiempo atrás estaba ahí y porque recibir dinero por golpear personas era algo que le había gustado, él solo recibía y ejecutaba las órdenes sin preguntar.
—Bien, encarguense de que los nuevos sepan las reglas— Hassel habló una vez que el último hizo su juramento —cada uno encontrará su camino en mi organización y espero que sean prósperos.
Luego de aquellas palabras el mundo se abrió para él comenzando con ese pequeño espacio y todo lo que había ahí, Jude jamás había imaginado estar con aquel grupo de hombres sintiéndose parte de todo, llenándose la boca con esos platillos llenos de sabor y probando hasta el más mínimo postre.
Él no había comido tanto jamás, conocían al inglés por su buen apetito, pero en esa ocasión parecía un niño pequeño comiéndolo todo a su paso, probando los grandes manjares, la carne, los bocadillos, los postres, jamás había sentido algo así; su estómago estaba satisfecho pero no quería dejar de comer, no podía dejar de hacerlo, cada vez que lo intentaba veía un nuevo platillo o una nueva bebida y tenía que probarla.
Con el alcohol pasó lo mismo, primero probando los digestivos que los meseros le ofrecían, luego la cerveza, los cócteles y los licores fuertes, hasta ese momento probaba el bourbón y el whisky, estaba convencido de que saliendo de ahí iría a comprar una botella de cada uno aunque se le fuera todo su dinero en eso. Jude devoraba cada plato y acababa con cada bebida que le ponían enfrente, todo era nuevo, todo sabía delicioso, todo le había dejado el deseo de más.
Para cuando el banquete acabó Jude estaba repleto de comida, bromeaba diciendo que saldría todo aquello por sus oídos, también estaba borracho, lo suficiente para bromear, reír, aplaudir y silbar cuando las mujeres semi desnudas salieron ofreciéndose a los hombres. Esa noche era diferente, era instintiva, era descontrolada para él y para todos, Hassel los estaba premiando por el buen trabajo y para que quisieran más de eso que él les estaba ofreciendo y había funcionado en Jude, él quería más.
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