SINS, Lujuria
—Jude… hey Jude— el codazo de August le hizo volver en sí y las risas que este soltó después lo centraron de nuevo —¿En serio? puede ser tu hermana.
—Pero no lo es— aquella rubia había llegado al bar, era diferente a los clientes habituales, comparada con los idiotas que estaban en la puerta parecía un ángel.
No sabía si iba sola o acompañada, ni siquiera había visto en donde se había sentado ya que, después de llevar unas cajas más de vino a la barra para que su compañero rellenara esta y siguieran trabajando. La música sonó más fuerte, los sábados era un ambiente más relajado así que era normal que llegaran personas nuevas como aquella rubia.
—¿Algo más?— preguntó August luego de ver que Jude dejaba las cajas de cerveza y miraba alrededor.
—Sí— aquella sonrisa cínica se asomó mientras limpiaba sus manos — Hoy no trabajo.
Encargarse del bar le daba ciertos beneficios, uno de ellos era poder decidir si trabajaba o no, al final no estaba incumpliendo la orden de Hassel, él estaba en el bar vigilando que todo estuviera bien, era el encargado y eso haría, desde las mesas fingiendo ser un consumidor más. Jude paseó por el bar observando el lugar y viendo que la rubia regresaba a la barra.
—Una cerveza— la escuchó decir al acercarse también.
—Dos cervezas— la voz de Jude se escuchó por encima de los otros clientes y como era de esperarse fue atendido primero.
La rubia se giró mostrando la indignación en su rostro, el mayor no pudo evitar sonreír lo que hizo que ella se indignara aún más. No la habían visto aquí así que suponía que era la primera vez que llegaba al bar, de nuevo sonrió y le puso una de las dos cervezas en la mano antes de que ella pudiera decir algo.
—Así se pide aquí— terminada su frase se giró un poco para quedar de espaldas a la barra con la cerveza en la mano, le dio un trago y vio cómo se alejaba a su mesa.
El juego comenzó, primero el cinismo de su parte, debía admitir que fue divertido molestarla, sobre todo por la expresión en su rostro, después las miradas, ambos lo hacían, y cuando pasó un poco más de tiempo el inglés le mandó un par de cervezas a su mesa. Las sonrisas no faltaban, ahora ya había pasado el filtro y de vez en cuando brindaba con él, Jude no tenía prisa y la noche era joven.
La música cambió, ahora era algo más movido, las personas se ponían de pie y comenzaban a bailar sin alejarse de su mesa, el alcohol ya estaba haciendo efecto y lo podía ver, todos estaban mucho más desinhibidos, incluso aquella rubia. Ella también se había levantado de su asiento y se había puesto a bailar, primero discreta y al sentir más confianza su cuerpo comenzó a moverse al ritmo, él podía verla desde donde estaba, maldiciendo e intentando no parecer tan obvio o tan acosador.
La mirada de la rubia hizo contacto con él, ambos sonrieron mientras ella bailaba, Jude levantó la botella de cerveza que llevaba en la mano y brindó con ella, lo que sigue fue simplemente perfecto para él. Las luces parpadeando al ritmo de la música, el ambiente relajado y divertido y ella haciéndole señas para que se acercara, Jude negó un poco haciendo la seña para que ella se acercara, ese maldito juego de poder, la rubia negó obligando al inglés a dar unos pasos hacía adelante, ella lo imitó. Había tensión, ambos avanzaban unos pasos sin quitarse la vista de encima, ella sonriendo y moviendo su cuerpo y él observándola de pies a cabeza, aquella cara de niña removía instintos que no conocía. Al tenerla de frente ambos se miraron, la rubia comenzó a bailar pegada a su cuerpo y él la imitaba acoplando sus movimientos a los ajenos.
El deseo por ella lo invadió apenas puso las manos en su cadera, su aroma lo embriagó y su boca se hizo agua al observar de cerca aquellos labios. Ella por su parte se sostenía de su cuello y recorría sus hombros a placer, su rostro reflejaba esa mezcla perfecta entre inocencia y sensualidad, la deseaba y entre bailes y besos el inglés sugirió terminar la velada en su departamento, llevarse las cervezas o algo más y coronar la noche.
Al llegar no hubo cervezas, los besos comenzaron, primero lentos, explorando sus bocas, recorriendo cada parte de esta, luego fueron más demandantes, de esos besos que hacían que subiera la temperatura y que la respiración se acelerara junto con aquella intensidad. Las mordidas y jalones en los labios no se hicieron esperar, parecía un juego de poder: él lo hacía y ella respondía.
Podía sentir sus manos arder apenas tocaba el cuerpo femenino, se dedicó a rozar cada parte de este, quedándose por un momento en zonas específicas y sonriendo con cinismo al escuchar aquellos suaves jadeos que la tensión y sus manos le provocan. Sintió las manos ajenas recorrer su pecho luchando contra la camisa, metiendo sus manos entre esta y sintiendo su piel.
Jude la alzó recargando su espalda contra la pared haciendo una base perfecta, ella estaba atrapada entre su cuerpo y la pared y él tenía el camino abierto entre su cuello y sus senos. Aquella urgencia de ella aumentó, sus besos se volvieron más demandantes, su respiración más pesada y su mente más abrumada, todo lo que podía pensar era en tenerla así que decidió llevarla a su habitación. No había risas, no había palabras ni sarcasmo, era deseo puro reflejado en sus ojos.
Una vez cerrada la puerta el mundo desapareció al igual que la ropa, Jude se encargó de recorrer cada parte de su cuerpo sin prisas, primero con sus manos y luego con su boca, no le importaban las palabras que August le había dicho y que estuvieron resonando, ni siquiera le importaba lo que él mismo pudiera pensar, él la deseaba y estaba disfrutando cada parte de su cuerpo: su boca, sus senos, su…
Al abrir los ojos ya era de día, el sol atravesaba la cortina y volvió a maldecir por no comprar otras más oscuras, se levantó en automático y fue directo al sanitario y al regresar vio a la rubia recostada boca abajo, la recorrió con la mirada sintiendo el deseo punzante de poseerla de nuevo, se relamió los labios y volvió a su lugar esperando que ella estuviera de ánimos para repetir.
Comentarios
Publicar un comentario